No es desconocido escuchar “te apuesto a que es mujer”, “mujer tenía que ser” o el tan desafortunado “mina”. Somos blanco de tallas con respecto a nuestro mal andar sobre un vehículo y sobre la mala capacidad de cálculo al momento de estacionar en lugares estrechos, pero cabe destacar desafortunadamente, que también existe un porcentaje no menor que se ve complicada incluso para estacionar en lugares amplios.
Debo decir que estoy de acuerdo con esto, aunque particularmente no soy de las malas conductoras. Lo he visto en conocidas, familiares y amigas. Me guste o no, es una realidad.
Llevo más de 10 años al volante, y nunca me he visto involucrada en algún incidente por manejar mal. Dos partes no más. Uno por estacionarme en lugar no autorizado y otro casi-parte (anulado) por no llevar impreso un documento. Las estadísticas dicen que son los hombres los que tienen más infracciones cursadas por malas prácticas en el vehículo y no lo pongo en duda. Peleo de forma constante con esos tipos que se creen súper hombres que pretenden que al hacernos un cambio de luces, nos vamos a cambiar de pista de forma instantánea. “Pasa por arriba CTM les grito. También discuto con los que adelantan para llegar al rojo y quedar al lado de nuestro auto. “Toma cachito de goma”.
Debe ser en parte por mi forma de tomarme la vida, que no es precisamente con Andina, que me enerva cuando la gente no respeta las señales básicas del manejo. Señalizar cuando van a virar a alguna de los dos lados y ojalá que lo hagan para donde dicen que lo harán, poner las luces intermitentes si van a detenerse donde no se debe, ceder el paso cuando no pueden avanzar más de 10 cm si es que no te dejan pasar, no partir con rojo!!! Me enferman los colectiveros y las micros que siempre parten antes. También me enojo con los peatones que pareciera que disminuyen la velocidad de su andar cuando cruzan la calle en los semáforos y pasos de cebra... cuando paso por el centro me siento en la jungla con puros monos saltando entre lianas cuando se me cruza la gente irresponsable. Creen que uno tiene ojos en la espalda... ¿Cómo no cachan que tienen que alejarse un poco cuando uno hace retroceder el auto?
No sé si les pasa, pero cuando una mujer maneja, el hombre que va de copiloto por lo general va dirigiendo el tránsito. Me caaargaaa. De verdad prefiero que maneje él si va a estar dando tantas indicaciones. Los hombres casi siempre nos ven inferiores en temas de autos... y en realidad es así. Obligadamente he aprendido de mecánica, cambio ruedas sola y toda la chaya, pero reconozco que si tuviera a mi pierno peludo para hacer todo eso, lo dejaría. Cuando he cambiado ruedas, sufro porque aunque me pare arriba de la llave no logro soltar los pernos con facilidad... es una cosa de cuerpo y fuerza, no de ganas.
Volviendo al tema principal de mujeres al volante. Recuerdo una vez que traté de guiar a mi mamá para que se estacionara entre dos vehículos. No hubo caso. No me hizo caso con el giro de las ruedas, formó un taco gigantesco y cuando ya quedaba poco para poder maniobrar de forma correcta, se enojó, se salió del espacio y vino otro y se estacionó en un dos por tres. Dicen que las mujeres no tenemos esa habilidad de tipo espacial que hace que nuestros opuestos puedan estacionarse en cualquier lugar sin problemas. Yo voto que se trata más que nada de seguridad al volante. Cuando una conoce su vehículo, sabe medir las distancias al “ojo” y tiene paciencia para maniobrar como corresponde, no debiera haber mayores problemas.
Lo que sí nos hace peligrosas al volante es la cantidad de cosas que hacemos mientras manejamos y en eso hago mea culpa. En los semáforos me pongo el rímel y/o retoco el labial. A veces reviso el teléfono por si llegaron correos. Cambio la radio, converso con mi hija, hablo por celular, busco un dulce, me fumo un cigarro… y otros, que sin duda no debiera hacer mientras manejo porque son causales de distracción.
No se trata a mi gusto del género. Se trata de la capacidad de concentración frente al volante. He aprendido a no mirar nada que no sea el camino, eso lo hago cuando ‘me llevan’. He aprendido también a no cederle el paso a todos, ya que no todos son gentiles de la misma forma que uno. Si hay que gritar, gritaré, si hay que sonreír también lo haré, pero lo que no tranzaré jamás es que un zángano limpia vidrios pase su esponja por mi parabrisas sin mi permiso. ¡Eso sí que no!
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