lunes, agosto 16, 2010

Tropezón


¿A quién no le ha pasado que va caminando apurado por la calle y de repente se cruza una enorme hormiga y lo hace tropezar?
Por lo general es un evento que se vive en solitario, acompañado quizás por un ofensivo ataque sicológico personal por no ser lo suficientemente inteligente al caminar.

Una de las perspectivas que imaginé fue observar a un personaje de terno con su diario bajo el brazo con paso firme un constante... lo veo tropezar, cambiar el diario de brazo y seguir caminando como si nada, esta vez poniendo más atención al piso.

Veo también a una mujer de taco alto, que camina muy seductora por la calle creyendo que va por la pasarela de la vida... plaf que tropieza pudiendo incluso caer por la inestabilidad de sus zapatos. Afortunadamente no perdió el taco y continúa caminando arreglando su falda ajustada a los muslos y haciendo como que no pasó nada lalalal

El divertido caso de tropezarse y buscar a un cómplice con quien compartir una sonrisa absurda, autoechándose la culpa de semejante torpeza. Como si uno fuera el único personaje en el mundo que se ha tropezado. Y si no hay nadie con quien reir, reir a solas, mirando a la nada, avergonzándose incluso de reir como un loco por la calle... como si reir solo no estuviera permitido...

Quizás después de aquel tropezón pensemos en llegar a contarlo, porque no fue cómodo vivirlo, porque había mucha gente mirando, pensará ¿cómo me pudo pasar eso a mí?, buscando justificar ese acto de falta de coordinación, de torpeza... Pero lo más seguro es que en pocos minutos se olvide del episodio.

Esto de tropezarse en la calle con hormigas gigantes es casi tan absurdo como atorarse con baba o morderse la lengua... debe ser por un problema de sinapsis cerebrales. Pero a todos nos ha pasado alguna vez, así que Usted no debería sentirse mal si le llega a suceder de nuevo.

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