Ustedes saquen sus propias conclusiones.
Trabajando juntos
Nunca fui de las personas que siempre han tenido su yunta para hacer trabajos en pareja o el típico grupito de tres… En ese sentido siempre fui bastante solitaria, y no me molestaba en absoluto… Lo bueno es que con el tiempo empecé a descubrir que no era la única que tenía la misma postura y adivinen… entre los solitarios nos juntamos y formamos la yunta (no de bueyes).
¿Han cachado al pulpo que siempre descansa en el trabajo del resto? Para ser más específica… ¿les ha pasado que se sienten obligados a agregar en la portada del trabajo a un personaje que fue cero aporte para un trabajo, por la simple razón de que él (o ella) se supone que es un buen amigo?
Si su respuesta es no, pues la mía es sí…
Supongo que varios de los lectores de este blog se han dado cuenta que su editora (o sea yo) no tiene el carácter más dulce del planeta… y más aún, cuando me siento pasada a llevar soy un demonio (de ahí el nombre de esta bitácora).
Hay algo que no tolero y es que abusen de mi buena disposición, de mi confianza, de mi amistad y de mi tiempo. Puedo perdonar la primera vez, pero cuando el abuso se vuelve constante y la otra persona (el amigo aquél del que les hablaba) no hace ningún esfuerzo por mejorar o cambiar su actitud, entonces yo tiendo a pensar que este amigo no es tan amigo, porque para mí la amistad es recíproca… o sea, yo a ti no te fallo, pero tú tampoco me falles a mí… el respeto debe ser recíproco.
Ejemplo:
Juanita recibió el enunciado de un trabajo que debía realizar en conjunto con algún(nos) compañero(s) con más de un mes de anticipación. Ella sabía con precisión con quiénes no debía trabajar, precisamente por ese tipo de malas experiencias que les mencioné… pero siempre tuvo la mala cue’a de tener que trabajar con algún pastelito… porque la amistad la obligaba a ceder… no iba a dejar sola a Fulana, pobrecita, no tiene grupo, se quedó sola, necesita nota, le debo un favor… El problema es que Fulana con todo el mundo era igual… Se comprometía a juntarse a cierta hora y no llegaba, ofrecía correos electrónicos con información que jamás envió, proponía reuniones de las que jamás se acordó, y lo clave: prometía trabajar… pero lamentablemente Fulana siempre tenía algo más que hacer, era una mujer muy ocupada y al momentos de los qué hubo era cero aporte pero como sabía que Juanita no la iba a dejar fuera del grupo, entonces se relajaba…
Lo que pasó fue que Juanita se la cagó… y se la cagó en mala porque lo que hizo fue no incluirla en el trabajo y esto le trajo consecuencias desagradables a Fulana…
Cuento corto: Fulana se enojó con Juanita porque su “amiga” le había fallado, ella creía tenerle tanta confianza, cómo lo hiciste, yo que siempre te he ayudado con tus uñas… es que te pasaste de mala onda, porque a los amigos no se les hace eso.
A raíz de esta situación propongo la siguiente reflexión:
¿Quién falló a quién?
La postura de Juanita es la siguiente: Yo siempre la ayudé, pero me cabrié. Mi paciencia se agotó. No es posible que esta wevona siempre descanse en mi trabajo porque sabe que yo voy a trabajar bien. Yo, ya le había perdonado las anteriores y le había jurado que nunca más íbamos a trabajar juntas porque nunca me cumple. Pero ella siempre buscaba la forma de trabajar conmigo. Me carga cuando me dan excusas tales como “no tuve tiempo, estuve llena de cosas que hacer”… Porque yo no me chupo el dedo todo el día, más encima siendo mamá las horas de trabajo en la casa se acortan y me obligaban a trasnochar para poder entregar a tiempo los trabajos… más aún cuando tengo la política de no hacer las cosas a última hora… (aunque para trámites bancarios y similares sí). Estoy dolida porque Fulana se enojó conmigo y no entiende que la irresponsabilidad fue suya y no mía y la única responsabilidad que tengo en este asunto es que no puse su nombre en la portada… bien merecido se lo tenía.
Fulana: Pucha la Juanita que es mala onda, no me agregó en el trabajo. Estuve tan ocupada haciendo otro trabajo, yo por los amigos siempre he dado todo, nunca pensé que no me fuera a agregar, me pilló de sorpresa, por último me hubiera avisado para haber hecho algo antes (¿?), me hubiera llamado para juntarnos. Pero no, ella me dijo el mismo día de la entrega que no me iba a considerar… se pasó de mala amiga, esto no se lo voy a perdonar nunca, porque yo siempre he ayudado al que está caga’o, incluso aunque no sea mi amigo…
¿Dónde queda la amistad?
¿Dónde quedan los otros detalles que nos juntaron como amigos?
Juanita dice: Yo no compro amistad haciendo cosas que no me parecen, y no me gusta que abusen de mi confianza. Si se te olvidó que nos hicimos amigas porque podíamos conversar horas sobre la vida, porque te tenía confianza para contarte mis cosas y tú a mí las tuyas, porque siempre que pude te defendí… si eso a ti te da lo mismo, por lo visto no tengo nada que perder si ya no quieres ser mi amiga...
PS. Finalmente puedo decir FREEDOM!!! Egresé y ahora sólo queda hacer la memoria de título (tesis) y, si todo sale bien el próxima año pasaré a formar parte de los profesionales jóvenes de nuestro país (ojalá con pega)