He escuchado a muchos amigos y conocidos comentar que más de alguna recibieron un coscacho, un varillazo y hasta un correazo por no portarse bien, o haberse mandado algún condoro de aquéllos, que despertaban la ira de sus padres y madres. Es cierto que por temor a otro golpe pensábamos varias veces la idea de cometer alguna 'maldad', sin embargo, a medida que pasan los años y que me ha tocado estar jugando el otro papel, el de mamá, me doy cuenta que los golpes no logran más que engendrar grados de temor hacia los padres que al final, se manifiestan en inseguridad y falta de confianza con los padres, por miedo a ser retado o condenado por cometer faltas o por no saber si haces o no lo correcto.
Creo que la violencia física no conduce a nada, en ningún aspecto. Reconozco que hay veces que mi hija me saca de quicio, y que más de alguna vez me han dado ganas de pegarle un coscacho para que deje de hacer lo que me molesta o disgusta. Pero no lo hago, porque creo que no es la forma de educar. Llámenme histérica, pero prefiero pegarle un grito bien fuerte a levantarle la mano. Tan así es, que si se me ocurre tocarla con un dedo o pasarla a llevar para manifestarle mi molestia, los llantos ofendidos de su parte me matan el alma, jaja, aunque sé que es exageración pura y con un agregado de dramatismo digno de un Óscar.
Este análisis me surge de una revisión rápida de cómo son los padres jóvenes con sus hijos en la actualidad. La falta de control sobre ellos es alta. Los niños están haciendo lo que quieren, pasando a llevar las costumbres y modales de los padres. Yo fui criada a la antigua, no podía poner el codo en la mesa, estaban prohibidos los garabatos, había que comer peinada y vestida (imposible almorzar en pijama), no podía responder a un reto, debía guardar silencio cuando los grandes conversaban, no tenía acceso a la tele si el papá la estaba viendo. Y resulta que mis padres ya no están preocupados de si la niña está o no peinada para almorzar, la niña responde mal y ellos se ríen, ella quiere ver la tele y por lo tanto hay que dejarla... y esto mismo ocurre con los padres jóvenes... Hace unos días estaba en un matrimonio y unos de los niños invitados (3 años) corrió durante toda la ceremonia con zapatos de suela que hacían bastante ruido y nadie hacía nada por detenerlo, salvo las caras de los asistentes que tratábamos de buscar la mirada de su madre para que lo controlara, porque por muy gracioso que fuera, estaba molestando y haciendo mucho ruido. Ayer andaba de paseo y me llamó la atención que un niño Down iba con la mitad del cuerpo afuera del auto, mirando por la ventana, sin que sus padres le dijeran algo... Estuvimos varios minutos detrás del vehículo y el niño nunca entró la cabeza.
La formación y la crianza no se logran a golpes, pero sí poniendo reglas y límites. Debemos enseñar a los niños a comportarse de acuerdo a los parámetros que la sociedad nos exige y a aquéllos que les permitan vivir de forma sana y segura.
LA CULPA SE COME VIVOS A LA MAYORÍA DE LOS PADRES, MUCHOS PIENSAN QUE SI VAN A PASAR POCO TIEMPO CON ELLOS, ES UN PECADO "CASTIGARLES" O RESTRINGIRLOS DE CUALQUIER FORMA. DE HECHO, POR LO QUE HE PODIDO VER PERSONALMENTE, LA MAYORÍA DE LOS PADRES JUSTIFICA SU ACTITUD CON UN "NO QUIERO QUE SE ENOJE" Y AHÍ SURGE LA PREGUNTA: SI SU HIJO SE ENOJA...¿LO VA A DEMANDAR? ¿SE VA A IR DE LA CASA? LE VAN A SALIR TUMORES OCULARES POR LLORAR DE FRUSTRACIÓN UN RATO? NOOOOOO LO ÚNICO QUE PASARA ES QUE DE FORMA TRISTE PARA ÉL APRENDERÁ QUE LA VIDA NO SIEMPRE ES COMO UNO QUIERE, Y QUE NO SIEMPRE PODEMOS TENER LO QUE PEDIMOS O QUEREMOS. LOS HIJOS DEBEN APRENDER QUE MUCHAS VECES ALGUIEN LES DIRÁ NO, PORQUE SI NO LO HACEN, SE CONVERTIRÁN EN UNOS SAOS DE PERNOS, FRUSTRADOS, AMARGADOS, ENVIDIOSOS Y SOLOS SIEMPRE.
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