lunes, diciembre 26, 2011

De vuelta a las "pistas"

Durante muchos años me preocupé de ir al gimnasio. Este año fue la excepción. Entre el cambio de casa, trabajos inestables y poco tiempo, no tuve tiempo ni plata para dedicarme a hacer ejercicio.

Vendí la elíptica, las mancuernas están en algún rincón de la casa esperando que las retome... se vino encima el verano y aquí estoy, escribiendo acostada. El fin de año me ha pasado la cuenta y estoy cansada... y floja. Llegar a casa fue durante los últimos meses, hacer el almuerzo para el día siguiente y ver la novela, para posteriormente acostar a mi hija y dormirme con ella. El cansancio (o flojera o falta de ánimo en algunos momentos) me ganaron por sobre la necesidad de mantenerme en forma... las formas no las pierdo en realidad, un par de kilos de más y uno que otro músculo más suelto son la realidad a la que me enfrento día a día frente al espejo.

Conversaba con una amiga y razonábamos que a estas alturas, con tantas preocupaciones a cuestas, hay cosas que pierden prioridad y una de ellas es tratar de mantener el cuerpo de los 20 a los 30, cosa que para algunas no es imposible, pero para nosotras es una alternativa que muchas veces pasa a segundo plano.

Esto no quita que tengamos que olvidarnos. Cuando el pantalón empieza a apretar hay que detenerse un momento y pensar si estás dispuesta a cambiar tu talla de pantalón o hacer un mini esfuerzo por mantenerla. Yo prefiero la segunda opción, principalmente porque no estoy dispuesta a renovar mi clóset solo por descuido en la ingesta de comida.

Espero que los masajes que comencé, más las sesiones de plataforma vibratoria que compré, sumadas a la inscripción al gimnasio de mañana, me devuelvan las ganas de entrenar, de volver a hacer deporte, a preocuparme de mí un poquito más. Creo que ya es hora.



viernes, diciembre 16, 2011

Lecturas involuntarias

"Prohibido Fumar. Art. 91. Ley de Tránsito".
"La radio del vehículo puede funcionar con volumen moderado y siempre que ningún pasajero se oponga".
"No estacionar ni detenerse"
"Señor pasajero: si Usted está apurado, no es culpa del conductor"

Estas frases las leía constantemente en mis viajes en micro cuando iba al colegio y posteriormente a la Universidad. Hace tiempo que no ando en micro porque me muevo en auto, pero de tanto leer estas famosas frases nunca se me olvidaron.

Nuestro entorno está lleno de carteles, graficas, letras grandes, chicas, medianas, de colores, ordenadas, con formas distintas... Es inevitable leer todo alrededor. Los que leen de forma fotográfica y no silábica, pueden leer mucho más. No sé si a Ustedes les pase, pero a mí me trastorna a veces no poder evitar leer el diario que está leyendo la persona del lado.

Con o sin querer cuando estamos en estado estacionario, esperando algo o a alguien tendemos a leer todo lo que nos rodea. No me pueden negar que no han leído todos los envases de crema y shampoos que hay en el baño. ¿O me equivoco? 

Bueno, sea involuntaria o voluntariamente, la lectura siempre es buena.

miércoles, diciembre 07, 2011

Mea Culpa. Todos ofendemos de vez en cuando.

Estos días se le ha dado mucha bola a un personaje que ha declarado su odio contra las mujeres gordas, ha publicado su pensamiento nazi en distintos medios y se manifiesta frente al resto como si se encontrara en una condición superior... 

Creo que su mayor error en todo lo que ha hecho y dicho es pensar en voz alta o en estricto rigor, escribir sin filtro, porque si hacemos mea culpa, muchos de nosotros más de alguna vez nos hemos reído o burlado de alguien por su condición física. 

En nuestro país, no hay quien no conozca a alguien que le digan Chino, Negro, Pela'o o Guatón. Los humoristas desde que tengo uso de razón se han reído de gangosos, cojos, gordas, viejos, negros, homosexuales. En el Festival de Viña los comediantes que más hacen reír son los que se burlan de las condiciones 'anormales' de las personas. Este tipo de bromas en Europa, por poner un ejemplo, son muy mal vistos y hablan pésimo de la calidad humana de las personas. Así es que si intenta hacer reír a algún europeo con estas tallas, mejor no lo intente o se ganará más de un enemigo.

No pretendo defender al loquito ése, pero sí llamar a la conciencia colectiva que en Chile es muy común y considerado normal reírse de los defectos ajenos, de pelar a las mujeres por su gordura, su pelo o su ropa. Ejemplo claro de ésto es al momento de denostar a la ex Presidente Bachelet por su cuerpo de señora típica chilena o denostar a Camila Vallejo porque supuestamente no se lavaba el pelo. 

En este país hay mujeres que tienen "cara de nana", tan así que incluso hay actrices que hacen por lo general ese tipo de papeles por su fenotipo. También existe el que tiene pinta de flaite o washiturro, pero curiosamente si el joven es rubio de ojos verdes y usa choco se ve bien, pero si es moreno y vende helados se ve cuma.

Cuando no nos cae bien alguien, tendemos a criticarlo porque es gordo, porque es feo, porque tiene dientes amarillos o porque no se cambia de ropa tan seguido como quisiéramos. Buscar en sus atributos lo peor de las demás, a varias personas las hace sentirse aliviadas.

Lo que hace este pendejo, no es más que mostrar el reflejo de una persona que se ha visto invadida toda la vida por apariencias. Una versión masculina de anoréxico, poco común, pero que muestra lo bajo que puede llegar una persona por tratar de sentirse bien consigo misma, y lamentablemente no conseguirlo.

A propósito de esto, si buscan en internet la cantidad de sitios web dedicados a la anorexia y a la bulimia (busquen las palabras ana o mia y lo van a ver), se van a dar cuenta que hay una cantidad no menor de personas que dedica su vida a autodestruirse y a fomentar un estilo de vida de autoflagelo y deterioro de la personalidad.

El pelotudo enfermo, no hizo nada más que pensar en voz alta, externalizando toda la ira y la baja autoestima que tiene. Nos parece raro que alguien se atreva a decir todo lo que siente, muchos callamos ciertas ideas por temor al qué dirán, a parecer desubicados o a herir susceptibilidades ajenas. Pero no olvidemos que más de alguna vez hemos herido a alguien con o sin intención, por ofenderlo por sus características físicas.