Esto se vuelve una adicción. Cada día encuentro más y más cosas de las que puedo prescindir. Algunas me costaron caras y por eso les tengo más apego, espcialmente mis herramientas de manualidades, más que nada porque sé que no van a pagarme lo que yo invertí y sé justamente que tienen ese valor porque son de mejor calidad. Hay otras cosas que me dan lo mismo, como algunas prendas de ropa o accesorios, dado que si bien pudieron tener algún precio en algún momento, el uso obviamente las desgasta y por tanto se deprecian rápidamente.
Una de esas cosas a las que le tengo apego, es esta perforadora. Es la línea de Martha Stewart. De acero y pesada. ¿Pero tiene una forma de BOTÓN! Tengo claro que fue una inversión media lesa. Ahí la tengo y espero poder venderla luego.
Ordené mis cremas. Las dejé a la vista para poder usarlas. Las tenía dentro de un estuche y por lo mismo, muchas se perdían en el fondo. Decidí dejarlas a la vista para saber qué es lo que tengo y usarlas de una vez por todas antes de que se mueran.
Hice una bolsa con la ropa que había encontrado ayer para donar y se la entregué a la señora que hace el aseo en la oficina. Esas chalas rojas creo que no las uso desde el 2010. Las metí en esa bolsa también.
Publiqué mi avance en la página oficial del desafío y me postearon harto. ¡Qué felicidad!
Ha sido un camino cada vez menos complejo. Estoy feliz con los frutos de todo el esfuerzo comprometido.
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