Abrí los ojos a la realidad, por más que me dijeron que estaba inmersa en una relación poco productiva, con una persona que se dedicaba día tras día a hacerme sentir que estaba equivocada, que hiciera lo que hiciera no era suficiente, controlando cada paso que yo daba, manipulando las situaciones a su favor, buscando siempre un motivo para discutir, aunque se tratara de cosas domésticas y muy simples... Entendí que cuando eso pasa, es cuando se debe poner el punto final y buscar horizontes hacia otros lados.
Siempre he dicho que las relaciones de pareja son voluntarias. Nadie obliga a nadie a estar con alguien. Es una decisión personal que no debe ser influenciada por los demás. Por lo mismo, es que si es voluntaria, entonces las dos personas que la conforman deben sentirse a gusto, porque para estar pasándolo mal gratuitamente, es mejor estar solo. Pero pucha que me costó dar el gran paso.
Este año de libertad me ha mostrado que no hay que dejarse llevar por los impulsos. Que las relaciones de pareja deben trabajarse, que no es llegar e involucrarse con alguien, antes se debe conocer un poco más sobre sus costumbres, sus gustos o sus mañas. Al comienzo todo es lindo, pero el día a día muestra cómo son las personas en realidad y en serio que no estoy para aguantar a nadie que tenga muchos conflictos internos, ni personas inseguras, ni víctimas de la vida, ni mentirosos, ni celosos-celópatas, ni controladores, ni moralistas, ni nada. No estoy dispuesta a aguantar nada que pase a llevar lo que yo considero sano de una relación... y ¿qué es ser sano? Permitir que cada cual tenga sus espacios, no pasar a llevar los espacios del otro y que haya confianza plena en la pareja. De eso se trata ¿o no?
Cuando crees que todo ha terminado, siguen apareciendo cosas del pasado que florecen de vez en cuando: deudas, conocidos, amigos en común que toman partido. Es triste enfrentarse a alguien que quisiste, pasar a ser enemigo de alguien con quien compartías la vida. Cuesta cerrar las etapas, no es tan simple como dar vuelta la página y punto. El caso para mí está cerrado. Pero nunca olvidado. De los errores se aprende y espero nunca más tener que vivir algo así. Ya sé ver las señales, ya tomé conciencia, ya sé lo que quiero y qué espero para mí. Si es necesario vivir sola, lo haré. No hay necesidad de buscar, la vida da tantas vueltas, que cuando menos lo esperas, gira en la dirección correcta.
Lo más loable: soy libre!
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