Me he vuelto tan adicta a la lectura, sobretodo de novelas románticas, que empecé a creer que mi vida puede lograr ser una de ellas... mi propia novela...
Me he emocionado por frases hermosas que he leído y que en algunas ocasiones las he robado para hacerlas parte de mi vida. He llorado cuando las historias se ponen tristes, empatizo con los protagonistas, me estremezco cuando el enamorado hace todo para conquistar a su amada pensando en la envidia que me da que esa mujer sea quien viva esas experiencias tan bonitas y yo no.
Tanto me he involucrado en algunos libros que incluso tomé prestada una idea que me pareció interesante para conquistar a alguien y no me resultó jajaja. Lo he pasado mal, más de una vez, al igual que algunas de mis amigas temporales de mis libros. Me he vuelto dura, esquiva, con terror a sufrir, sin muchas ganas de luchar por lo que quiero. En las historias, mis amigas (temporales) protagonistas también lo pasan mal de repente, lloran, se protegen ante el miedo al rechazo, se esconden, pero se levantan, cambian el rumbo de sus vidas, se atreven, se dejan amar, hacen locuras...
Me he puesto nerviosa cuando quedando pocas páginas de algún libro y el final se presagia poco prometedor para los protagonistas, siento que todo lo leído no ha valido la pena... pero los finales rara vez terminan tan mal. Se producen vuelcos inesperados, que no son inmediatos, pasan meses o incluso años, pero se ve la luz al final de camino y se obtiene el tan idealizado "vivieron felices para siempre".
A raíz de esto, llámenme loca o lo que sea, siempre he creído que es posible vivir mi propia novela romántica. Lamentablemente, mi vida no es una novela, sólo tengo acceso a lo que yo siento y no a lo que pasa al resto de los personajes de mis historias. No puedo ser la escritora omnipresente. Por esto, entiendo que más que una novela, mi historia es un diario de vida, una bitácora de vivencias en la cual sólo yo puedo saber el pasado, el presente e inventar el futuro, aunque este futuro siempre se vuelve incierto. Sigo recopilando historias para poder algún día decir que esta historia ha terminado.
No me queda más que aterrizar y dejar de ser tan idealista y bajarme del pony. Definitivamente mi vida no es una novela. Falta que alguien me diga: "Bienvenida a la realidad".
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