viernes, enero 18, 2013

Cumpleaños feliz


De niña esperaba ansiosa el día de mi cumpleaños. Hasta el día de hoy me alegra cumplir años, sin embargo a medida que pasan una espera que las velas sean solo figuras geométricas y no una cantidad desproporcionada que pueda provocar un incendio. Este año solo fue un signo de interrogación, casi por humorada, porque asumo mis 33 con mucha alegría.

El cumpleaños tiene connotación de evento, ya sea uno con invitados y torta, o como hito en la vida de cada ser humano. Marca una pauta entre un antes y un después. Marca ciclos y etapas de nuestras vidas que nos permite además ir "calendarizando" nuestros recuerdos. El festejo anual del cumpleaños pasa a ser una tradición en la que niños y niñas comienzan a internalizarse en los primeros eventos sociales, de adolescentes son los eventos para la conquista y primeros tragos, luego de asados y carretes con gente que a veces ni conoces, hasta volver a las celebraciones familiares, con un grupo más reducido de invitados donde participan los más cercanos.

Una de las sensaciones más incómodas autoprovocadas es la del momento de apagar las velitas. Uno se siente ultra observado, además que en la parte donde deben decir tu nombre aparecen sobrenombres de tus amigos, de tu familia, tu pareja, hijos, abuelos, etc...

Me gusta estar de cumpleaños y cuando lo estoy lo digo a todo el mundo. Muchas personas no le cuentan a nadie y por lo tanto no las saludan ese día. Uno espera que los demás se acuerden, con eso de cierta forma, demuestran qué tan importante eres para ellos. Pero a estas alturas y con este ritmo de vida, reconozcamos que es difícil acordarse de todo, por lo menos yo ya perdí esa capacidad. Cuando era niña llevaba anotado en mi agenda los cumpleaños y mis amigas me dejaban un recordatorio tipo "eres una buena amiga y espero que te acuerdes de mi cumpleaños", ahora es Facebook el que me lo recuerda, si no, habrían muchos cumpleaños que olvidaría, incluso los importantes que no debo olvidar. Mi hermana por otro lado, era tan fanática que empezaba la cuenta regresiva al día de su cumpleaños casi seis meses antes, preparando listas de invitados separados por niñas y niños y pensando en la motivación de su torta.

Mis padres siempre me lo celebraron, aunque por estar en enero tenía que celebrarlo anticipado para poder invitar a mis compañeros de curso. Así es que a veces celebré en diciembre e incluso otras en noviembre. Siempre quise que me cantaran el "Cumpleaños Feliz" en la sala de clases. Nunca pudo ser... sufrí por eso. Invitaba a todo el curso, con los chicos invadiendo todas las habitaciones. No había piñata, habían platos con dulces para que sacaran a destajo, con eso se evitaban los golpes y los llantos de frustración por no agarrar un par de dulces más. Lo pasábamos bien. Siempre lo he pasado bien.

Cuando era niña me sentía más grande al cumplir años... ahora cada año siento que me pongo más vieja, aunque suena mejor decir que me pongo más madura. Quizás lo más complicado es ir dándome cuenta cómo pasan los años y entender que hay cosas que tengo que hacer ahora y no dejarlas para el futuro...